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sábado, 4 de abril de 2020

LA HISTORIA DE NANKURUNAISA


Esta es la historia de mi segundo bonsái. Una vez llegue a Barcelona y pasamos todo eso de mudarnos, solicitar papeles, buscar trabajo, etc.


Me puse en internet a buscar “Bonsái en Terrassa” y me salió la asociación de bonsái del valles, la cual, estaba sospechosa y convenientemente cerca de la casa, a 20 min caminando.


Vi que se reunían los sábados, así que un día me acerqué a ver. Estaban todos los que se convertirían en mi nueva familia de bonsái. Me recibieron Santi y Antonio. Santi el presidente y Antonio el Sensei.


Santi es un persona excepcional, full colaborador y uno de los que más me ha apoyado en este camino nuevo del bonsái en Barcelona. Me ha enseñado, presentado gente, pero lo más importante. Me ha animado cuando más lo necesitaba. Es un gran bonsaista con su pasión y su técnica, el trata de esconderlo, pero a mí no me engaña. Creo que no tendré forma de pagarle lo que ha hecho por mi en estas tierras de Gaudí.


Antonio “El Sensei”, también es una persona excepcional, siempre pendiente, siempre animando, siempre le duele algo, es un poco hipocondriaco, pero en el buen rollo. Siempre vendiendo sus arboles y siempre comprando, pero siempre colaborando y animando, estoy convencido de que es muy buena gente, pero el trata de disimularlo. Siente una verdadera pasión por el bonsái, ese es otro que no me engaña, siento que es un gran tipo.


Comencé a trabajar con ellos, a trabajar los arboles de la asociación, por que no tenia por los momentos para comprar árboles.


Creo que fue la tercera vez que fui, que Antonio “El Sensei”, un amante de los bonsáis, buena gente, muy cómico y con muy buen rollo me dijo – Oye, por que no te llevas este arbolito y lo trabajas”.

Yo le di las gracias y le dije que lo iba a trabajar y que se lo traía el sábado que viene, a lo cual, se rio y me dijo; - No, No, te lo regalo. Para que tengas un Olivo en tu nueva colección y digas que te lo regale yo, así tu colección valdrá más¡¡¡. Se hecho a reír y me dio una palmada en la espalda.


Su mirada reflejaba alegría, él sabia que ese gesto me iba a ayudar y a animar a tener mi colección.


Así que llegue a mi casa, con una sonrisa en el alma y con mi primer bonsái, un Olivo. Nada mas y nada menos que el milenario y mítico Olivo.


El Olivo es pequeño, tamaño Shohin (menos de 21 cm) y tiene muchas ramas (algo que se agradece mucho). Su tronco es recto, sencillo, con un color gris pálido muy bonito y está partido por el medio, tiene un poco de conicidad, pero no tanta.


Estuve como dos meses sin trabajarlo, ya que era el primer Olivo que tenía y no quería dañarlo. Ese día entré en un Frankfurt en Barcelona a tomarme un café y vi un cuadro en la pared que decía:



Ese día llegué con la convicción de el fin de semana comenzar a trabajarlo. Quería hacerlo bien, se hacerlo bien, así que me puse a pensar en lo que me transmitía el árbol.



Lo primero que quería hacer era quitarle lo recto, así que elegí inclinarlo en un ángulo contrario a la rama más baja (mi primera rama).


Eso sería inclinarlo a la derecha.


Opté por hacer un Sakkan (Inclinado) de la siguiente forma:


De esta forma rompería la rectitud, le daría mucho más movimiento y con la cantidad de ramas podría hacer un diseño compacto. Para potenciar su pequeño tamaño y la cantidad de verde que quiero tener.



Luego mi idea era seleccionar con que ramas me iba a quedar, comenzando desde la izquierda, de los tres brotes iniciales me quedaría con la más larga que al final sería mi rama principal, luego subiendo tengo otro grupo de ramas, una la colocaría por la izquierda, más hacia atrás y la rama de profundidad la colocaría en forma de abanico para que pudiera abarcar la profundidad de las dos partes del tronco. La siguiente rama seria la primera rama del ápice (lado izquierdo).


Seguiría construyendo en ápice con las ramas de arriba y luego ya en el lado derecho del árbol, me quedaría con una rama derecha no tan baja que pudiese terminar de alinear la silueta del árbol a la forma clásica de un inclinado.


Decidí no tocar la madera muerta del centro, hasta no tener la ramificación ya bien definida de todo el follaje del árbol, para que todo quedase en armonía.


Ya definido el diseño en mi mente, solo me faltaba lo más difícil. Ponerle nombre, gracias a Dios que el idioma japones es tan prolijo y profundo que una sola palabra puede recoger tantos sentimientos, ideas y experiencias y juntarlos en un solo vocablo.


Consultando con mis amigos japoneses y explicándoles la historia de este arbolito me sugirieron que le llamara “Nankurunaisa”.


Nankurunaisa es la idea o sentimiento que nos insta a confiar en el futuro. A creer en un futuro mejor, cimentado por la amistad y el trabajo honrado.


Cuando me explicaron su significado, quede maravillado, por que eso era en realidad. Un árbol que me regalo un amigo con una promesa de un futuro mejor. Significaba que el paso del tiempo junto con nuestra voluntad de acción y nuestro ánimo hará que todo se arregle y que el futuro sea luminoso.


Eso es el bonsái. Una obra de arte viva que mira al futuro. Que cree en el mañana. Que esta lleno de vida y lleno de esperanza.


Así que Nankurunaisa sería el nombre de este Olivo. Aquí una imagen de como va. Ya lleva un año de cultivo como bonsái y ya va tomando forma.




Seguimos caminando en este viaje tan maravilloso del bonsái.


JUNIORBONSAI….

Bonsái para disfrutar…..Bonsái para Vivir….

3 comentarios:

  1. No caminarás solo !!! Suerte y ánimo para éste viaje,!!!!

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  2. Buen cambio ya me dan ganas de buscarle trabajos y mejorarlo
    Necesito mas

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  3. Esto es solo el principio ahora todo ira a mejor ,seguro

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