Esta es la historia de mi segundo
bonsái. Una vez llegue a Barcelona y pasamos todo eso de mudarnos, solicitar papeles,
buscar trabajo, etc.
Me puse en internet a buscar “Bonsái
en Terrassa” y me salió la asociación de bonsái del valles, la cual, estaba
sospechosa y convenientemente cerca de la casa, a 20 min caminando.
Vi que se reunían los sábados, así
que un día me acerqué a ver. Estaban todos los que se convertirían en mi nueva
familia de bonsái. Me recibieron Santi y Antonio. Santi el presidente y Antonio
el Sensei.
Santi es un persona excepcional,
full colaborador y uno de los que más me ha apoyado en este camino nuevo del bonsái
en Barcelona. Me ha enseñado, presentado gente, pero lo más importante. Me ha
animado cuando más lo necesitaba. Es un gran bonsaista con su pasión y su
técnica, el trata de esconderlo, pero a mí no me engaña. Creo que no tendré forma
de pagarle lo que ha hecho por mi en estas tierras de Gaudí.
Antonio “El Sensei”, también es
una persona excepcional, siempre pendiente, siempre animando, siempre le duele
algo, es un poco hipocondriaco, pero en el buen rollo. Siempre vendiendo sus
arboles y siempre comprando, pero siempre colaborando y animando, estoy
convencido de que es muy buena gente, pero el trata de disimularlo. Siente una
verdadera pasión por el bonsái, ese es otro que no me engaña, siento que es un
gran tipo.
Comencé a trabajar con ellos, a
trabajar los arboles de la asociación, por que no tenia por los momentos para
comprar árboles.

Yo le di las gracias y le dije
que lo iba a trabajar y que se lo traía el sábado que viene, a lo cual, se rio
y me dijo; - No, No, te lo regalo. Para que tengas un Olivo en tu nueva
colección y digas que te lo regale yo, así tu colección valdrá más¡¡¡. Se hecho
a reír y me dio una palmada en la espalda.
Su mirada reflejaba alegría, él
sabia que ese gesto me iba a ayudar y a animar a tener mi colección.
Así que llegue a mi casa, con una
sonrisa en el alma y con mi primer bonsái, un Olivo. Nada mas y nada menos que
el milenario y mítico Olivo.
El Olivo es pequeño, tamaño Shohin (menos de 21 cm) y tiene muchas ramas (algo que se agradece mucho). Su tronco es recto, sencillo, con un color gris pálido muy bonito y está partido por el medio, tiene un poco de conicidad, pero no tanta.
Estuve como dos meses
sin trabajarlo, ya que era el primer Olivo que tenía y no quería dañarlo. Ese día
entré en un Frankfurt en Barcelona a tomarme un café y vi un cuadro en la pared
que decía:
Ese día llegué con la convicción
de el fin de semana comenzar a trabajarlo. Quería hacerlo bien, se hacerlo
bien, así que me puse a pensar en lo que me transmitía el árbol.
Lo primero que quería hacer era
quitarle lo recto, así que elegí inclinarlo en un ángulo contrario a la rama
más baja (mi primera rama).
Eso sería inclinarlo a la
derecha.
De esta forma
rompería la rectitud, le daría mucho más movimiento y con la cantidad de ramas podría
hacer un diseño compacto. Para potenciar su pequeño tamaño y la cantidad de
verde que quiero tener.

Seguiría construyendo
en ápice con las ramas de arriba y luego ya en el lado derecho del árbol, me quedaría
con una rama derecha no tan baja que pudiese terminar de alinear la silueta del
árbol a la forma clásica de un inclinado.
Decidí no tocar la madera muerta
del centro, hasta no tener la ramificación ya bien definida de todo el follaje
del árbol, para que todo quedase en armonía.
Ya definido el diseño en mi
mente, solo me faltaba lo más difícil. Ponerle nombre, gracias a Dios que el
idioma japones es tan prolijo y profundo que una sola palabra puede recoger tantos
sentimientos, ideas y experiencias y juntarlos en un solo vocablo.
Consultando con mis amigos
japoneses y explicándoles la historia de este arbolito me sugirieron que le
llamara “Nankurunaisa”.
Nankurunaisa es la idea o sentimiento
que nos insta a confiar en el futuro. A creer en un futuro mejor, cimentado por
la amistad y el trabajo honrado.
Cuando me explicaron su
significado, quede maravillado, por que eso era en realidad. Un árbol que me
regalo un amigo con una promesa de un futuro mejor. Significaba que el paso del
tiempo junto con nuestra voluntad de acción y nuestro ánimo hará que todo se arregle
y que el futuro sea luminoso.
Eso es el bonsái. Una obra de
arte viva que mira al futuro. Que cree en el mañana. Que esta lleno de vida y
lleno de esperanza.
Así que Nankurunaisa sería el
nombre de este Olivo. Aquí una imagen de como va. Ya lleva un año de cultivo
como bonsái y ya va tomando forma.
Seguimos caminando en este viaje tan maravilloso del bonsái.
JUNIORBONSAI….
Bonsái para disfrutar…..Bonsái para Vivir….
No caminarás solo !!! Suerte y ánimo para éste viaje,!!!!
ResponderEliminarBuen cambio ya me dan ganas de buscarle trabajos y mejorarlo
ResponderEliminarNecesito mas
Esto es solo el principio ahora todo ira a mejor ,seguro
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